volcado el 12.26.2006

Vértigos de la luz ( IV )

Aldo despierta. Ha pasado casi un año desde que cerró los ojos. La ventana maúlla movimientos inútiles invitando al ronroneo. No hay café. Corre alocadamente de una habitación a la otra deteniendose solo para espiar al reloj. Se viste apurado, se mira al espejo, se peina, se lava la cara, se vuelve a peinar.
Aldo cierra la puerta con llave y se oyen sus pasos alejándose.
Aldo toma el colectivo. Viaja. Baja en el centro. Camina apurado. Simula ir hacia algún lugar. No entra a cafés, no recibe volantes, no compra el diario y ni siquiera respeta los semáforos. Es uno más.
Aldo vuelve. Atraviesa con su mirada cada ventana. No logra descubrir si es que estan saciadas o si simplemente no habrán aprendido a ronronear como la suya. No puede creer que todas sean tan silenciosas, que ninguna se atreva a intentar algo más. Aldo camina tranquilo ahora, vuelve pensando, y sin darse cuenta se detiene frente a una vidriera. Es inútil: sigue sin haber algo interesante para comprar.
Despierto de sus pensamientos, cuenta baldosas hasta la esquina donde justo alcanza a ver que a media cuadra viene caminando su vecino. Dobla justo a tiempo para evitarlo. Rodea la manzana y ahora sí, puede entrar. Aldo está sucio. La ciudad lo ensucia, lo mastica, l0 cansa, lo dopa en su baba. Se recuesta en su sillón y dormita. En ensueños ha visto una bestia triste que lo amenaza porque le teme, un monstruo enorme pero mucho más pequeño que su angustia. Ha soñado también al payaso ansioso de ser malabarista, practicando sin éxito en el último vagón de un tren.
Aldo se levanta sobresaltado del sillón. Es de noche otra vez. Descubre que ya no tiene luz en su casa, deben haberla cortado. Ilumina la habitación abriendo su ventana que no quiere callarse, que insiste en ser una mascota o una invitación, antes que una abertura. Aldo acaricia el marco y mira a través. Le gustaría que afuera llueva, que llueva por años limpiando cada rincón de la ciudad, dejándola fresca, brillante, con olor a nueva.
Pero no llueve. Hace tres decadas que en esta ciudad no llueve.
Aldo se desviste completamente mientras ríe. Moja su cara en la cocina y toma agua del baño. Aldo tiene unas intensas ganas de vodka pero no puede soportar acercarse a la puerta de salida: algo lo quema. Pone la pava al fuego, prende una vela, desparrama flores secas sobre la mesa del comedor, canta repetidamente la única estrofa que sabe de aquel tema que siempre cantó sin saber de quien era: "Can you stand up? / I do believe it's working. Good. / That'll keep you going for the show. / Come on it's time to go." Aldo se sube a su ventana y canta aún más fuerte, desentonando. Se sostiene con la hoja izquierda que de tanta presión para de maullar. La otra baila feliz, juega con la cortina, chilla.
Alguien va a abrir la ventana del frente sólo para callarlo e insultarlo, pero va a ser inútil: Aldo ya esta callado, feliz, y en el aire. El otro está condenado a verlo. A verlo caer y a verlo reventarse contra el cordón de la vereda.

Vértigos de la Luz ( III )
Vértigos de la Luz ( II )
Vértigos de la Luz ( I )

3 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

nji (ni se tu nombre, en fin..te llamo asi nomas)
cuando cree el blog se me dio por desahogarme, y dejar de escribir tantas cosas mias en el fukin' word.. puede ser q alguien te lea y sienta cmo tu no?
mas q nada por eso.. ademas tu blog lo lei antes de crear el mio

12/31/2006 7:07 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

y me gusto

12/31/2006 7:45 p. m.  
Blogger nji dijo...

Nji está bien. Un gusto, yo también lo hacía en el Word. Es más o menos lo mismo... acá estoy más expuesto, y capaz que necesitaba eso: exponerme.
Me alegra que te guste lo que sale.

1/03/2007 11:15 a. m.  

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