Recordando a Ema.
Otra vez,
la herida comenzó a sangrar y ella intentó curársela con una navaja, abriéndola más y más. La hemorragia llevaba siglos, y el placer de sufrir cada vez más adictivo la había dopado totalmente. Cada nueva gota que caía regaba las flores de amor que crecían en la mochila que llevaba en su espalda, y así fue que me enamoré.
Hay un poco de ella distribuido al azar en toda multitud, lo sé, pero nunca la había encontrado completa, en un solo cuerpo material. A veces recorro su espalda, y mis pasos abren heridas que la llenan. A veces me instalo en sus ojos, y estar en sus ojos llorosos es como encontrar el hogar que siempre quise tener. Ella sigue sangrando, llenando cada vez más su mochila de flores. A veces llora, y sus lágrimas me alejan y me acercan simultáneamente, a sus cielos y sus miedos.
3 Comentarios:
Esses argentinos... me lembrou o tango "Tarde", que ouço sempre com Julio Sosa,
"El varón del tango". De cada amor que tive tenho feridas, feridas que não cerram, e sangram todavia. (bonito!)
Muy doloroso.
Muy bonito.
me gusta la imágen de la mochila(joroba) llena de flores de dolor en la espalda.
muy linda.
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